¿Pueden ser los dragones buenos padres?
Hoy vamos a ver algunas de las obras de Ivar Arosenius (1878-1909), pintor e ilustrador sueco cuya obra está principalmente representada en el Museo Nacional de Suecia.
El humor negro es una constante en este artista que murió demasiado joven, y que aunque no forma parte de la primea línea, tiene no obstante algunos aspectos interesantes en su obra.
Como ejemplo de su humor negro, podemos acercarnos a Evil powers (Poderes malvados), una acuarela de 1907 que nos muestra una escena poco habitual en el mundo del arte. Se trata de una dragona que está amamantando a sus crías, sin duda algo poco frecuentado por la pintura.

El autor nos muestra a la mamá dragón con sus 20 dragoncitos, y si bien algunos están todavía mamando de su madre, los más adelantados porque ya se han saciado, se dedican a otras actividades menos infantiles: mientras uno de ellos ya está defecando, otros se pelean entre ellos.
Pero la principal ironía de esta obra no se encuentra en la parte principal de la escena, sino en la esquina inferior izquierda, donde somos testigos de cómo unos clérigos vestidos de negro tratan de apaciguar a los dragoncitos con un crucifijo. Sin embargo, lo único que logran es que lejos de cejar en su actitud, inciten sus instintos. En otras palabras: el pequeño dragón está, literalmente, comiéndose al clérigo.
El cuadro ofrece una visión inquietante, y al mismo tiempo jocosa, llegando a hacernos dudar de si nos encontramos ante un caso de humor negro (o incluso algo peor).
A veces, el humor negro y la cruel ironía cruel se acrecientan cuando conocemos el título de la obra. Es el caso de “Un juego divertido”, un cuadro de 1906 que va más allá de lo inquietante:

O esta otra, titulada “El corazón roto (Autorretrato)”, de 1903-1904:

En algunos casos, somos testigos de escenas trágicas que se suceden directamente ante nuestros ojos, y de las que Arosenius no se priva de mostrarnos en toda su crudeza:


A veces la crueldad se torna en fina ironía, como en su obra “La primera taberna” (1906), que Arosenius nos hace creer que fue fundada por Noé, con plena aquiescencia de Dios:


Y en otras ocasiones, somos nosotros quienes tenemos que completar el conjunto, como en esta obra donde se muestran los primeros pasos de un ángel bebé cuando se encuentra con el diablo, y las llamadas a la precaución de los mayores. El cuadro se titula “¡Ten cuidado!” (1907):

De la alegría de vivir al humor negro


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